domingo, 13 de abril de 2008

Un poema de Iván Herrera: Pitufina y Tontín

(Incluido en "Noval. Cuadernillo de una cigarra", ediciones Rocanrol, 2004. Lo publico aquí con el permiso de la amistad y del viento. Él mismo lo dijo: "Registro de Propiedad Intelectual: pregúntale al viento")


Pitufina recolectaba flores.
Tontín coleccionaba piedras.
Pitufina deseaba beber cerveza, reír y charlar.
Tontín quería beber, beber y beber, embriagarse hasta perder la razón, vomitar el sin sentido, abandonar el pudor.

Pitufina deseaba fumar marihuana, relajarse,
mejorar el sentido del humor.

Tontín quería fumar, fumar y fumar, verse desde afuera, descubrir los portales regados, gotas insuficientes para enverdecer la sequedad, gotas en las que Narciso se encuentra defectos,
se cuestiona su amor y se enamora de su cuestionamiento.

Pitufina quería una mansión en Beverly Hills, codearse con las estrellas de Hollywood, un jaccuzzi con afroamericanos bien dotados untando su cuerpo con lociones de eterna juventud; una limosina, helados diet, hospedarse en los mejores hoteles de cada ciudad.

Tontín quería un lugar apartado donde aún hubieran árboles con hormigas, y los pájaros llegaran a cantar sin miedo, quería un rayo de sol a las 10:30 a.m., un pan duro al mediodía y vino por la noche, caminar por los suburbios de las constelaciones.

Pitufina quería reencarnar en un hermoso corcel negro, que perteneciera a la familia real.

Tontín quería reencarnar en un quiltro y ayudar a subsistir a unas cuantas garrapatas, servir de compañía a un vagabundo.

Pitufina hablaba de la moda y del vacío interior, era hermosa y simpática.

Tontín raramenente hablaba, sobre el pulso de las piedras o los granos de polvo que viajan desde Madagascar a los ojos de los niños en Saturno, sobre las casas de papel que en vez de miel tenían ron por dentro y poesía por fuera. Era aburrido, ofendía a la vista y al olfato.

Pitufina lo amaba de verdad, estaba segura de eso, creía firmemente en ello, pero siempre se encargó de disimularlo muy bien, y cuando el alcohol la liberaba, no sabía expresarse.

Tontín a cada rato se le declaraba, pero nunca creyó demasiado en sus palabras, -nunca creyó-, no creía en la incredulidad, -no creía-, desconfiaba de las creencias, hijas de su razón perturbada, encerrada en una casa que se caía a pedazos.

Pitufina fue llevada en andas por cuatro ángeles al Cielo.
Tontín fue tramitado 126 años en el Purgatorio, y enviado de vuelta a la Tierra.

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