por Marcelo Morales C.
“Un filme siempre es una obra de arte. Nunca reproduce la realidad tal cual es, sino que, a través de cierta mirada, de cierta orientación interpretativa reinventa esta realidad, la transfigura dándole un sentido”.
Siempre con esta idea de frente, el realizador recubre la vida del personaje con una aureola romántica, enclavado en una realidad en que ese ambiente era posible de darse y que ya no existe más. Movimientos de cámara suaves, colores vivos en donde impera el rojo, diálogos donde siempre la última frase contiene tintes poéticos –versos de Pasolini siempre están presentes– y canciones del rock sesentero son elementos que por instantes pueden parecer empalagosos, pero que le dan el cariz idealista fuerte de una época que terminó chocando con una realidad sobria y dura, a la postre vencedora.
“Lo único que hemos aprendido es saber ser derrotados”, le dice un viejo comunista a Peppino. Esa derrota es de la que Giordana se hace cargo y que hace sentir que Los Cien Pasos no es un filme nostálgico, sino que una tragedia irreversible. El triunfo fue del capitalismo, representado acá por la sobrevivencia de la mafia siciliana. Desde este punto de vista, la película es claramente osada y, por lo mismo, vale la pena apreciarla. Aún más en estos tiempos en donde todo sigue a pique.
Los Cien Pasos (I Cento Passi)
Director: Marco Tullio Giordana.
Con: Luigi Lo Cascio, Luigi Maria Burruano, Lucia Sardo y Paolo Briguglia.
Italia, 2001.
114 minutos.
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