jueves, 17 de abril de 2008

Los poetas y la tentación del poder

(Artículo públicado originalmente en el sitio letras.s5.com. Allí se pueden encontrar algunas respuestas a este texto)


por A. F.

Leo los recientes artículos publicados en el sitio letras.s5.com por Felipe Ruiz (sobre la “generación novísima”) y por mi amigo Juan Pablo Pereira (acerca del muy buen libro de poesía que acaba de lanzar Rodrigo Arroyo, Chilean Poetry) y me queda una sensación de sinsentido por lo que distingo como una suerte de lucha de poder por “quien la lleva” en nuestra poesía, a quién hay que seguir, cuál es el paradigma poético-estético que va ganando en esta carrera de caballos desbocados que sería la actual diversidad de propuestas literarias. Pereira sentencia que Rodrigo Arroyo ha escrito un libro “fundamental” que “habrá de contradecir definitivamente” a la “generación novísima” y a la de los “rezagados” de los `90, mientras que Felipe Ruiz dice que “la Novísima representa la última manifestación de la poesía chilena”, que seguirá habiendo poetas “pero el destino de la poesía chilena ha sido trazado en estos últimos poetas”.

¿Por qué Arroyo habría de contradecir a dichos poetas? ¿Qué destino tan insoslayable ha trazado la poética de la "novísima"? Me deja melancólico ver la megalomanía de estos juegos, estas carreras pueriles por posicionarse en la jauría, esto de hacer rankings con los mejores poetas y de consagrar a los que realmente valen y han aportado al progreso de la poesía. Sí, esa horrible palabra parece estar subyacente en estos discursos, que parecen decir que hay poesía que caduca y poesía que traza caminos ineludibles, poesía que fracasa y poesía que gana, todo esto de acuerdo al paradigma en el que el poeta –un simple peón- esté adscrito.

Los que firman dichos artículos (que me consta que hablan a su vez por otros tantos, por lo que estas líneas no están dirigidas sólo a los firmantes) son poetas jóvenes, ambos talentosos en su estilo, lo que me parece un agravante en esta disputa. Es verdad, no hay muchos críticos que den cuenta del mapa poético actual, que expongan una mirada de lo que está sucediendo con los poetas en Chile, ni hay mucho espacio de diálogo para las obras artísticas en general, que salen a la luz para unos pocos amigos y nada más. Pero que gente creativa y con una mirada supuestamente más honda de la realidad caiga en lógicas genuinamente antipoéticas de poder y posicionamiento me parece triste. Afanes que sólo aportan vacío al vacío del mundo, que no sirven para nada que no sea estar en la orilla opuesta a la poesía.

¿Por qué hay tanto poeta que se empeña en estar lejos de la poesía? Me lo pregunto seriamente al ver que muchos ocupan su tiempo pensando en “la importancia de su obra”, en lo que “aportan” al misterioso saber acumulado de los que estuvieron antes y se aproximaron al arte. “La poesía es eso que se encuentra por ventura” dijo un poeta alguna vez y yo lo creo, por lo que pienso que jactarse de la buena fortuna o querer decir que hay fortuna “más afortunada que otra” es ridículo. Deberíamos haber aprendido ya la lección: el poeta tiene poco de qué vanagloriarse. Además, no hay que perder de vista que a muy poca gente le importa la poesía (casi siempre a los mismos poetas), por lo que disputarse el dudoso honor de llevar el pandero tiene tanta importancia como elegir al rey de una isla hundida en el mar.

¿Por qué no disfrutar sin tapujos ni delimitaciones de los buenos poemas de Héctor Hernández, de Rodrigo Arroyo, del mismo Juan Pablo Pereira, o de Germán Carrasco y de otros tantos que son metidos en el baile y también de los que no pululan por los circuitos literarios y que son tan valiosos como ellos? De cada uno he leído poesía, desocultamientos de parcelas de ser que me estaban vedadas antes de leerlos, estremecimientos, verdades. Poesía al fin, incomparable y por lo mismo incompetible con la de sus compañeros. Por cierto, cada uno tiene sus preferencias. Pero, ¿es necesario que una se imponga? ¿Hay una más válida que otra? ¿Son los mismos poetas los llamados a dictaminarlo? ¿Rodrigo Arroyo hizo caducar la poesía de otros? ¿La “novísima” dejó obsoleta la obra de sus predecesores y estableció definitivamente el sendero a seguir para los que vienen?


Creo que no le hace bien a los poetas, ni a sus libros ni a sus poéticas ser utilizados en este juego inconducente. Me encantaría que los pocos que debieran estar ajenos a la estupidez reinante en la actualidad no se contagiaran de la lógica del reality y del cuoteo, del poder y de la miopía, de la estrechez y la farándula que dominan nuestro país. Que se ocupen de ver, de crear y de abrir mundos en vez de cerrarlos.

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