domingo, 13 de abril de 2008

El mundo de Matilde Pérez


Mientras en Chile un centro comercial retiró el mural que Matilde Pérez realizó en 1982 para esa infraestructura, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en Madrid, expuso una de sus obras, titulada Vertical II, por casi tres meses, junto a trabajos de artistas como Marcel Duchamp, Salvador Dalí y Víctor Vasarely, entre otros.


Texto y fotografías: Isis Díaz López.
Nota publicada originalmente en el portal www.artes.uchile.cl


"Cada uno tiene su mundo, pero hay que buscarlo, no hay que buscar el ajeno. Esta es mi pieza, es mi mundo que está aquí concentrado", explica Matilde Pérez sobre el lugar en que tiene reunida gran parte de su vida. Libros, premios -"ese lo tengo ahí escondido porque lo encuentro muy feo"-, afiches promocionales de exposiciones, obras electrónicas de su autoría, un volantín que le regaló un amigo, entre muchas cosas más, dan vida al lugar favorito que la artista tiene en su casa y en el cual se dedica a crear.

Matilde Pérez tiene 86 años y mantiene intacta su curiosidad y lucidez. "No estoy quieta, no me he quedado en nada, no puedo quedarme, no puedo", señala la artista chilena, agregando que "mi mente exige búsquedas". Y en eso está. Desde el sillón que tiene en "su mundo", Matilde Pérez da indicaciones a su ayudante para afinar los detalles de su nueva obra, porque como ella misma dice, "para qué voy a estar yo ahí pintando si ya eso está pasado y vivido".

Al hablar sobre su forma de trabajar, la artista explica: "yo no me apuro y tengo que esperar que se den las cosas. Ahí (apuntando a su obra inconclusa) hay un problema. Está bien el fondo de los negros pero los amarillos están mal, se salen de madre los amarillos del centro. A esos hay que ponerlos más blanquitos, hacerlos participar de los lados. Ese cuadro está haciéndose, no está resuelto".

Su fuerte carácter y su sinceridad a la hora de decir lo que piensa, hace que resulte difícil acercarse a ella, pero es una característica que arrastra desde hace muchos años y con la que se siente cómoda. "De chica era una jodida. Lo que dice el resto no me ha importado nunca, jamás. Al contrario, basta que se me opongan para que me de la rabia más espantosa y les lleve la contra más espantosa", señala con una sonrisa.

Desde muy joven, Matilde Pérez comenzó una búsqueda que la llevó a interesarse en el arte y a rodearse de personas que pudieran aportar algo en su vida, agregando: "perdona la grosería, pero si son 'hueones' por ningún motivo me acerco siquiera. A mí me gusta seleccionar la gente con la que estoy", explica esta mujer que durante su vida se ha rodeado de artistas como Pablo Burchard, Laureano Guevara y Víctor Vasarely, aclarando, eso sí, que "para mí no hay maestros más grandes que otros".

Pero en está búsqueda Matilde Pérez partió sola y sin que nadie le diera un empujón. "Yo no tuve mamá y mi papá se casó cuando yo tenía 5 años. Ahí tuve madrastra, y esa señora era común y corriente, sin ninguna cultura especial. No recibí nada de ahí, nada. Me lo busqué yo solita. Le di vueltas y vueltas y revueltas a las cosas hasta que fui encontrando las puertas de salida. Hay que encontrarlas porque estás cruzando las entradas que se te cierran. Y ahí estoy, ni me quejo, ni puedo decir que me lo dieron o que no me lo dieron, pero que me las arreglé para buscarlas, sí", señala la principal exponente del arte cinético en Chile.

¿Qué significó para usted el Grupo Rectángulo?

No mucho. Ni mucho, ni poco. Para mí tuvo importancia en un momento determinado porque éramos todos tan jóvenes que no sabíamos ni para dónde pensar, ni qué hacer. Entonces, formar un grupo en que empezábamos a discutir ideas y a participar de cosas fue muy importante porque fue abrir compuertas para el conocimiento, no para el de ellos, sino que para cada uno de nosotros. Ahí es donde yo me fui metiendo y eligiendo más cosas, viendo que algunas no funcionaban y qué se yo, y ahí me fui haciendo mi propio camino. Cada uno tiene que hacerse su propio camino porque si no lo haces, vas a quedar repitiendo platos ajenos.

Pero, ¿qué la llevó del arte geométrico al cinético?

No ser tonta. Tonta significa no pensar nada y estar sentada creyendo que lo que hiciste está perfecto y no tienes más que hacer. Pero al arte cinético se llega muy de a poco. Desde luego, encontrar a las personas que te den las explicaciones adecuadas para que tú puedas entenderlo. Si no puedes entender lo que estás haciendo, no puedes hacerlo. Lo cinético significa movimiento, y se empieza por entender qué es un movimiento. Ahí vas a saber por qué te metiste a hacer arte cinético y es porque te gusta el movimiento o porque no te gustan los cuerpos quietos, estables y fijos.

Cuando recién comenzó a buscar su propio camino, acercándose al movimiento, ¿sabía que estaba entrando al arte cinético?

Sabía porque entré con el maestro Vasarely.

¿Pero antes de Vasarely?

No, cómo iba a saber que existía Vasarely si yo no era tan culta ni tampoco tan tonta como todas las tontitas que andan por todos lados. Cuando empecé en esto, ahí traté de conocerlo porque yo quería saber por las fuentes mismas en qué consistía. Y eso lo hice. Entonces, yo no estaba hablando por cercanía, estaba hablando por conocimiento. No puedes hablar por cercanía sino que por conocimiento.

¿Qué opina de los trabajos artísticos que logran movimiento gracias a un soporte digital?

No critico nunca lo que hagan otros siempre que no sean demasiado tontos para hacerlo, pero nle doy ninguna importancia.

Pero, ¿le parece atractiva esta nueva forma de hacer arte?

Si esto para mí no es nuevo, no hay nuevo en el mundo. Hablémoslo en otro lenguaje. Todas las cosas tienen derivaciones de otras y otras de otras y otras de otras, entonces, depende en qué rendijas te metes donde tienes la salida o la no salida.

"No hay término medio"

Matilde Pérez es considerada la principal exponente del arte cinético en Chile, y su trabajo en esta corriente también es reconocido a nivel internacional. Entre el 27 de marzo y el 20 de agosto del 2007, una de sus obras fue exhibida en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en Madrid, España, en la exposición "Lo(s) Cinético(s)", organizada por el curador Osbel Suárez.

En esa muestra, Matilde Pérez compartió espacio con artistas como Marcel Duchamp, Alexander Calder, Salvador Dalí, Víctor Vasarely, Felicidad Moreno, entre otros grandes exponentes del arte cinético. Curiosamente, mientras eso sucedía en Europa, en Chile una de sus obras realizada en 1982 y que recibió un premio del Círculo de Críticos de Arte el año de su creación, fue retirada desde el centro comercial Apumanque sin que aún se sepa su destino definitivo.

El director del Museo de Arte Contemporáneo, Francisco Brugnoli, inició las gestiones para trasladar la obra hasta las dependencias del MAC en cuanto supo que la administración de ese centro comercial estaba contemplando entregarla en comodato a una Casa de Estudios. Si bien le dieron a entender que le darían preferencia por ser un museo, lo cierto es que el panorama se ve complejo.

"Ellos primero quieren una compensación de seis millones de pesos por los costos de retiro. La idea es entregarlo en comodato y para eso se exige alguna condición de exhibición", señala Francisco Brugnoli, agregando que para ello "habría que hacer un muro en Quinta Normal y para realizarlo, hay una cantidad de trámites previos". Hasta el momento, según los datos que maneja el director del Museo de Arte Contemporáneo, los costos ascenderían a diez millones de pesos, y "desgraciadamente, nosotros no tenemos plata", concluye.

Pero en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, el interés que existe porque la obra de Matilde Pérez llegue hasta las dependencias del MAC, no radica sólo en el hecho de que la administración de este museo tiene los criterios necesarios para preservarla, sino que además, prima el hecho de que esta destacada artista nacional está, desde sus inicios, vinculada a la Universidad de Chile.

A pesar que a Matilde Pérez no le gusta hablar del pasado -"para mí lo que pasó, pasó, lo que dejé, dejé y lo que abandoné, abandoné"-, lo cierto es que sí ha estado vinculada a esa Casa de Estudios puesto que no sólo se formó en la Escuela de Bellas Artes e hizo clases en la misma, sino que además creó el Centro de Investigaciones Cinéticas en la Escuela de Diseño de la Universidad de Chile.

¿Recuerda cómo era de profesora?

Igual. Pero les exigía y los tonteaba duro y parejo para que dejaran la tontera a un lado. Es indispensable porque si no, creen que se la pueden y no se la pueden para nada. Para qué darles esperanza, mejor que sepan altiro que no y que se sitúen en otras posibilidades. Yo tomé una clase en la Alianza Francesa por un tiempo y ahí me di cuenta de la limitación espantosa de toda esa gente y me puse firme para que esa gente aterrizara y pensara y no hablara como estúpida repitiendo discos conocidos. Me volaba de rabia, me ponía frenética. Por lo menos, esas que estuvieron conmigo se despercudieron harto.

¿Cuando hacía clases en la Facultad de Artes pasó lo mismo?

No. La Universidad es eso, o te mandan a paseo por tonta o sales adelante. No hay término medio en la Universidad. Nadie está elegido, todo el mundo tiene que buscar su camino como pueda.

¿Extraña la docencia?

Nada. La hice con la mejor voluntad del mundo y cumplí con mi meta. Para qué me doy más vuelta en la lesera. Yo cumplí con una etapa, pero no es para estar la vida entera haciendo clases y repitiendo la misma lesera todo los años.

¿Hay algo más que la apasioné tanto como el arte?

Qué más que el arte. ¿Te parece poco? Lo abarca todo, es un mundo infinito. Ni siquiera puedes preguntar porque eso no tiene tope. Se entra, se parte y no se termina nunca. Uno está desarrollando etapas, problemas de uno frente a lo que sucede. Ahí estoy buscando y buscando. Y se tiene que encontrar y si no encontró se fregó no más. Pero si no encuentra nunca, quiere decir que está buscando mal porque no encuentra nunca tope.

¿Usted lo encontró?

Claro que encontré el medio para saber para dónde quería caminar. Si sé para dónde quiero caminar, qué más pido. Y lo encontré muy luego, claro que esas cosas no se descubren, se piensan. Los descubrimientos son casualidades y esto otro se piensa, se busca y se quiere.

¿Y usted ama lo que hace?

Claro y si no lo habría dejado hace años. A mí me gusta lo que hago y no me declaro enemiga, sino muy amiga de lo que hago.

La veo con tantas ganas de hacer cosas.

Y qué quieres, si no estoy muerta.

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