domingo, 20 de julio de 2008

Hugo Marín: imperdible


Se están presentando dos exposiciones simultáneas de Hugo Marín en Santiago: una, hasta fines de julio en la galería de Isabel Aninat (Espoz 3100, en la opulenta y aséptica Vitacura), titulada "Las cuatro razas primordiales son tres: la azul y la verde", con un notable conjunto de obras recientes; la otra, en el Museo Nacional de Bellas Artes, se titula "Reducirse al máximo" y es aún más interesante, ya que albergará hasta septiembre un conjunto más amplio de obras nuevas y antiguas, instaladas en la sala Matta que para el caso reproduce el taller del artista. Ambas, imperdibles.

"Hay cuatro razas representadas, y cuatrocientas y ninguna; porque aquí, como en toda su obra, lo importante es lo que no está representado, sino aquello que su obra nos presenta: atisbos del silencio primero, asedios al ser profundo", dice Guillermo Carrasco Notario, curador de la exposición del MNBA, en su ensayo "Marín. Del Silencio a la forma", editado por Ocho libros.

La publicación, en formato de bolsillo y de bella factura, incluye fotografías de algunas obras de Hugo Marín por Mario Vivado y un encendido prólogo de Alejandro Jodorowsky, viejo amigo del artista. Sobresale la agudeza y estilo del ensayo de Carrasco, que ahonda primero en la obra y luego en la biografía de Hugo Marín, presentándonos el trabajo más completo hasta ahora sobre el artista, haciendo una notable introducción al rico mundo que nos fascina y nos inquieta de esas esculturas de cuero o barro de sus "cabezas", de esa ancestralidad siempre nueva y transfigurada. Lejos de la árida "jerga especializada" de algunos críticos de arte, profundo y lúcido en sus reflexiones y alcances, el libro es otra buena noticia para nuestra estética y nuestra ensayística, que no desmerece de las obras que lo inspiran. También, imperdible.

A.F.

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