lunes, 2 de junio de 2008

Una balada de Carlos Henrickson


Carlos Henrickson Villarroel (Santiago, 1974) ha publicado varias
plaquettes y libros de cuentos y poesía, entre los que se cuentan Y si vieras la mañana (cuentos y poemas, Tomé, Ed. SRF, 1998), En tiempos como éstos (cuentos, Valparaíso, Ed. Gobierno Regional de Valparaíso, 2002) y An Old Blues Songbook (poemas, Santiago, Ed. del Temple, 2007), libro del que alguna vez hicimos una reseña. También ha realizado trabajos de crítica literaria, traducciones, recopilaciones de poesía porteña y ha organizado diversos encuentros poéticos. Ahora nos ha dejado publicar un poema inédito, de un nuevo conjunto en construcción.

BALADA DE LA APUESTA

Para S.

Parece simple empuñar la mano
y dejar las fichas en esta diabólica
mesa reglada: el croupier es un borracho
que sería mendigo sin esta ocupación
de estafa y juegos de mano evidentes
para el ojo bien entrenado. ¿Entrenaste
bien la pupila los doce años obligados y esos
cuantos más que hacen falta para ser
gente de provecho? Así que ves en qué
consiste este mercado de la usurpación:
ni la peor fiesta tropical dominguera
resistiría este tipo de escenas. Las tres patas
de la mesa del mercado del mundo cojean
y son de madera terciada. Todo se ha degradado
tanto, tanto, que obligados ponemos las fichas
en este gesto que parece tan simple. Pero hay
una diferencia. De vez en cuando tenemos que hacer
este truco: ocupamos con el cuerpo en pleno,
de un solo salto, la casilla, y la mesa
tambalea, las patas y la cubierta se despedazan
y dispersan, el resto de parroquianos miran,
aterrados. Y el borracho huye, pues reconoce
a un conocedor. El mundo es así de frágil:
un cualquiera como nosotros, torpe
lo hace caer; y siempre, siempre así, se gana
la apuesta, enteros para otro turno de baccarat,
otra larga noche en el casino, sonrientes,
vivo el color de las mejillas,
victoriosos.

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