lunes, 8 de junio de 2009

El verbo encendido de Gustavo Ossorio

(“Gustavo Ossorio. Obra Completa”, editado por Javier Abarca y Juan Manuel Silva.Santiago, Beuvedráis, 2009)

Por A.F.

La honda poesía de Gustavo Ossorio (1911-1949) ha dejado al fin de ser patrimonio exclusivo de coleccionistas de primeras ediciones: esto, gracias al paciente trabajo de Javier Abarca, en colaboración con Juan Manuel Silva, quienes acaban de editar “Gustavo Ossorio. Obra Completa” (Beuvedráis editores, 2009, 331 p.), volumen financiado por el Fondo del Libro que reúne toda la obra poética del autor, tanto édita como inédita, además de valioso material referencial -artículos de prensa, cartas, facsimilares- y un conjunto de obras de una veta menos conocida del escritor: la de acuarelista. En el libro se reproducen siete acuarelas de Ossorio a todo color, lo que lo sitúa junto a otros poetas chilenos que han tenido interesantes incursiones plásticas, como Enrique Lihn, Andrés Sabella, entre otros.

Es decir, a 60 años de su muerte, podemos afirmar que Ossorio regresa con una edición de lujo: un exhaustivo trabajo de recopilación e investigación que me tocó ver de cerca, desde hace ya varios años, cuando mi amigo Javier Abarca comenzó poco a poco a conseguir los libros, transcribir los textos, reflexionar sobre la obra de Ossorio y a encontrar nuevas “reliquias” (inéditos, cartas), gracias a la ejemplar disposición y confianza de los familiares del poeta, que en un caso poco usual, conservaron una gran cantidad de papeles que Ossorio dejara al morir, material que pusieron en sus manos y que ahora podemos leer facsimilarmente en este nuevo libro.

Gustavo Ossorio publicó sólo dos poemarios en vida (“Presencia y memoria”, 1941; “Sentido sombrío”, 1948) y póstumamente se editó un tercero, “Contacto Terrestre” (1964). Sus contemporáneos apreciaron el mérito de su poesía: desde Rosamel del Valle y Humberto Díaz-Casanueva (que prologaron sus dos primeros libros y fueron también bastante cercanos a él en términos poéticos) hasta Eduardo Anguita, Ricardo Latcham y el mismo Gonzalo Rojas, todos lectores exigentes. Pero no hace falta hacerlos hablar a ellos: Ossorio era bastante lúcido respecto de su propio oficio y alguna vez lo definió así:

“La poesía no es para mí el anecdotario rimado ni el romance, ni nada que emita destellos ni signifique una decoración amable ni una música sensual. Ella es para mí el verbo encendido que, con tremenda voz, clama por el lugar justo del hombre entre sus semejantes, y es el vestido mágico para aparecer y desaparecer a voluntad; y el don de salirse de uno mismo o de entrar en uno como un ojo encendido, para visitar la sima profunda”.

La obra de Gustavo Ossorio, recuperada y ampliada con numerosas páginas inéditas, es una buena noticia en estos tiempos en que predominan los facilismos estentóreos, la arenga, el prosaísmo y las formas descuidadas. ¿Será por eso que vamos a bucear al pasado en busca de los buenos poetas “olvidados”? A las ediciones similares de Teófilo Cid, Jorge Cáceres, Romeo Murga, Juan Florit, Winett de Rokha y Rosamel del Valle, se suma ahora Gustavo Ossorio: los poetas muertos siguen ganando el partido.


(Publicado en Letras.s5.com)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre eh dudado de los levantadores de muertos
pero sobretodo detesto a los levantao de raja como el j, Abarca
que seguro su ego no lo deja en paz

ni ahi con Ossorio que descanse en Paz no hace falta

Andrés dijo...

yo sobre todo detesto a los chaqueteros anónimos. eso es lo que no hace falta.

Anónimo dijo...

AL QUE LE QUEPA LA CHAQUETA QUE SE LA PONGA

AL FINAL SIEMPRE QUEDA LA SONRISITA ESTUPIDA
EL MUNDO ES ANONIMO
SINO PREGUNTASELO A dIOS